La asociación Aspaym ofrece distintos servicios para mejorar la calidad de vida de los lesionados medulares Necesita un espacio adaptado para mejorar la asistencia
La vida puede cambiar en un minuto. Un accidente o una enfermedad hacen que de repente todo sea diferente para las personas que sufren una lesión medular y toda ayuda es poca para lograr volver poco a poco a normalizar la que a partir de ese momento será su nueva vida, no exenta de obstáculos. El abismo al que se enfrentan en esos momentos, tras una larga estancia hospitalaria, es lo que pretenden minimizar los profesionales que de la mano de asociaciones como Aspaym se encargan de velar por la calidad de vida de estas personas cuando tienen que aprender lo más cotidiano casi desde cero.
«Ellos son nuestros pies y nuestras manos, y nosotros el corazón». Es la frase con la que Belisa García resumía lo que para ella supuso la ayuda recibida por este colectivo tras el duro golpe que la vida le asestó en mayo de 2011. En apenas 24 horas su cuerpo se paralizó por completo y con sólo 34 años se debatió entre la vida y la muerte debido a una rara enfermedad neurológica conocida como Síndrome de Guillain-Barré que le sorprendió sin previo aviso dos días después de las elecciones municipales a la que concurrió como integrante de una lista en la capital.
«Fueron unos días de mucho estrés y empecé con una gastroenteritis», contó esta activista sindical convencida que se pasó 11 meses en hospitales por las atrofias musculares que le originó aquella parálisis y que le ha dejado un 72% de discapacidad. Recordó que «salir de la isla que supone el hospital y aparecer en un mundo distinto después de algo así es duro», por lo que valoró el trabajo hecho por Aspaym «como una forma de luchar por la autonomía personal para que las personas puedan vivir como quieran con o sin discapacidad». La asistencia física y psicológica no son los únicos servicios que esta asociación, que nació en 2009, presta a las personas que lo demandan. Isabel Vega, la trabajadora social de Aspaym, explicó que la asociación surge «ante la necesidad de atender a las personas con lesión medular o gran discapacidad física con la intención de lograr su inclusión en todos los ámbitos de la vida».
Cursos de formación, asistencia laboral e incluso ofertas de ocio y tiempo libre completan el servicio que este colectivo ofrece a las personas que tienen que adaptar su vida a una nueva realidad. Pero el principal problema al que tiene que hacer frente esta asociación para poder desarrollar todas estas ideas y hacer la vida de estas personas más fácil es la falta de espacio. Su sede se ubica actualmente en el centro ciudadano María Zambrano, gracias a un espacio cedido por el Ayuntamiento de Málaga. Aunque no es lugar idóneo para desarrollar su labor y dar servicio al mayor número de personas posible. «Ahora prestamos ayuda en domicilio o en otros espacios cedidos por estas asociaciones», aseguró la trabajadora social, que insistió en que si dispusieran de mayor espacio adaptado a las personas que atienden y de mejor accesibilidad se podrían plantear, por ejemplo, tener un gimnasio para rehabilitación y ofrecer «todos los servicios a precios asequibles para quien lo necesite».
Ayudas como ésta resulta fundamental para las personas con lesiones medulares o una gran discapacidad, ya que «cuando se sale del hospital ya todo corre de tu cuenta», señaló el presidente de Aspaym, Andrés Jiménez, y uno de los veteranos que lleva en silla de ruedas 45 años desde que con apenas 19 años un árbol le cayera encima cuando estaba trabajando y le partiera la columna. Pasó seis años metido de hospital en hospital, el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo donde conoció a la que hoy en día es su mujer, y cuando salió tuvo que enfrentarse sólo a una nueva vida con la dificultad de que «en aquella época no había tanta ayuda pero en Toledo sí aprendí la profesión de relojero de la que viví después y a jugar al baloncesto».
Israel Codes, en cambio, no tuvo tanta suerte y los recortes sanitarios le afectaron de lleno justo cuando sufrió el accidente doméstico que le dejó tetrapléjico hace dos años. Su rehabilitación ya no fue en Toledo, sino que la hizo en un hospital de Sevilla donde estuvo diez meses y donde «la atención no es tan específica». La salida fue lo peor «Te sientes el único, hasta que al llegar aquí ves que hay más gente como tú y te hace tirar para adelante», contó.
Ahora quiere utilizar su experiencia para ayudar a las personas que están pasando por lo mismo que pasó él en su momento a través de la asociación. Es también la principal motivación de Belén Higueras, un ejemplo de mujer coraje cuya vida quedó truncada con apenas 20 años por una tetraplejia como consecuencia de una negligencia médica del equipo médico de una clínica privada, que tardó dos semanas en diagnosticarle el quiste benigno que le estaba comprimiendo la médula ósea y que terminó por dejar paralizado de forma irreversible el 95% de su cuerpo.
Pese a sus 29 años, su madurez y su entereza es un ejemplo para todos sus compañeros a los que siempre anima a seguir adelante. «Piensas que si estoy así es por algo y porque mi destino era ayudar a otras personas», dijo al recordar que es «la forma de continuar la cadena de favores y agradecer a las personas que me ayudaron a seguir adelante cuando estuve mal».